to C, my B
La presencia de un
actor como Ryan Gosling es significativa en este film independiente, de igual manera que la
de Michael Fassbender (su ocasional rival en las preferencias
femeninas) en una película como Fish Tank: se trata, en ambos casos, de
personajes más o menos reprochables que se ganan la simpatía del espectador por razones que
tal vez no existirían a cabalidad de ser representados por otra clase de
estrellas. El de Fassbender era un seductor bastante secundario en la trama
narrada por Andrea Arnold, mientras que Gosling protagoniza esta historia de un
hombre joven con ansiedad social, que se enamora de una muñeca tamaño natural y
con las señas exactas de su mujer perfecta. Extraño, aun grotesco, pero también
conmovedor.
Esta excelente
comedia dramática cuenta, además de su guión original --con reminiscencias a
priori de Grandeur nature, de Luis García Berlanga-- y psicológicamente
penetrante, con imperdibles actuaciones del reparto: aparte de Gosling, inmenso
en su rol, Paul Schneider brilla como Gus, su preocupado hermano mayor,
enervado por la culpa y el compromiso en que lo coloca la incómoda situación, y
Patricia Clarkson brinda seguridad en su sobrio papel como la psicóloga que
atiende a Bianca, la pareja artificial de Lars. No obstante, es Emily Mortimer,
como Karin, la dulce y maternal esposa de Gus, quien se robaría la función con
su adorable trabajo. Algo muy difícil, por supuesto, cuando el talento de
Gosling se encuentra a la altura de, sin duda, uno de sus retos histriónicos
más demandantes hasta la fecha, tal vez la labor menos vanidosa de un
intérprete frecuentemente --si no intencionadamente-- glamouroso cuya filmografía, sin embargo, incluye otros títulos igual de provocadores como The Believer (2001), All Good Things (2010) y Blue Valentine. Dirige con tino encomiable Craig Gillespie. 3.5/5