Una
ingeniosa sucesora de Meg Ryan como Julia Roberts jamás lo sería, la nieta de
John Barrymore siempre ha brindado un plus de inteligencia y encanto a sus
roles, princesas verosímiles que cautivan a los espectadores de ambos géneros
con su sencillez, proximidad y probada vulnerabilidad. Tal es el caso de la mítica
Josie Geller, heroína de uno de los clásicos más sólidos de la comedia
romántica finisecular. Un pie en la realidad y el otro en la magia de la
ficción, la historia de una joven editora del Chicago Sun-Times en pos del
reportaje espectacular que transforme su carrera sigue las reglas y las
convenciones con fidelidad y sin ánimo iconoclasta ni rebelde; en el proceso,
así como el patito feo se revela cisne, la reflexión sobre el high school americano
se universaliza y alcanza las experiencias más personales y, por tanto,
divergentes, sin forzar la risa ni tatuar la lágrima. Josie tuvo una segunda
oportunidad y la aprovechó, y Drew, más linda que nunca, la encarnó desde su
propio tierno y dolido corazón, haciéndonos dudar acaso de la veracidad del
hecho de que una chica así jamás hubiese sido besada.
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