miércoles, 27 de marzo de 2013

Christian Bale en The Machinist (2004)


En una de las proezas actorales más especialmente encomiadas de los últimos años, Christian Bale es Reznik, un insomne lector de Dostoevsky a quien empiezan a sucederle situaciones peligrosas e incomprensibles en la fábrica donde trabaja. Para interpretar al paranoide protagonista consumido por 365 noches en vela y una culpa sostenidamente oscura e inmarcesible, el musculado (y sobresaliente) intérprete de American Psycho y Batman Begins luce el físico de un prisionero de Auschwitz o de una víctima terminal del VIH --De Niro who? Curiosamente, Jennifer Jason Leigh (a quien su rol en este filme le debe de salir tan natural después de su antológica Tralala en Last Exit to Brooklyn) lo considera su cliente predilecto, y hasta la española Aitana Sánchez-Gijón lo favorece --y su pequeño hijo parece estar conforme. El inquietante Michael Ironside también aparece en un personaje clave. Pero lo cierto es que esta psicologista producción anglo-hispana le pertenece a Bale (cuyo conmovedor tour de force alcanza un clímax de lucidez y emoción profundamente humanos), y en el apartado técnico a la sombría fotografía de cuidados colores apagados de Xavi Giménez.

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