Branka, más modosita, en la teleserie Big Love
Gato negro, gato blanco es una de las obras cumbre de Emir
Kusturica, y probablemente también una de las mejores comedias de su década. Esta
épica surrealista, desenfrenada y esperpéntica ambientada en el mundo delictivo
de la gitanería serbo-croata --al igual que aquella inolvidable, traumática inmersión
en el realismo mágico de los Balcanes llamada Tiempo de gitanos (1988)-- cuenta con la
genialmente desbordante actuación de Srdjan Todorovic como el desmadrado gánster Dadan, una
banda sonora plena de la música más festiva y exquisitamente exótica explayada
en imágenes de pura imaginería felliniesca e incontinencia tremendista como
poquísimas veces han turbado los sentidos desde una pantalla, y, muy
especialmente, la maravillosa belleza indeleble de Branka Katić como la silvestre, milagrosa, luminosa Ida --entre otros atractivos de un título que no puede pasar
desapercibido para nadie tocado por la ensoñación del celuloide.
"Ida" y el afortunado Florijan Ajdini en una escena del film
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