jueves, 10 de enero de 2013

Al Pacino: Insomnia (2002)


Un film de Christopher Nolan protagonizado por el otrora shakespeareano Michael Corleone, un Pacino arrugado, encanecido y (más) encogido (si cabe), y para siempre Richard III, para siempre esencial y compungido por la expiación tortuosa de los crímenes que la caprichosa fortuna le acredita, ya sean los estrictamente familiares de un policía de raza (Heat) como los trágicos malabares infrecuentes de ilusionismo que a veces, antes de nuestro desenlace, puede jugarnos la mente. Puede juzgarnos la conciencia. Pacino con esos ojos lánguidos de Tenorio siciliano (adepto a Gardel) más abiertos que nunca. Y la humanidad imperfecta, débil, vulnerable a la cegadora lucidez del cosmos, blanca luz solar de la Alaska nocturna para un Al inquisitivo.

El otrora hermano sexy de Dustin Hoffman --corrían las tardes de perro y la asociación popular con De Niro todavía no opacaba aquélla (por la talla, por la nariz) con la estrella de Midnight Cowboy-- ha sido un histrión capaz de conmover a las piedras en films como el aludido y Serpico, ambos rostros de una moneda como la jugada por el trágico Aaron Eckhart/Harvey Dent de The Dark Knight. El Pacino delincuente, advenedizo y desesperado cual el novio de Chris Sarandon, o des-al-mado y nunca desarmado como Tony Montana; Al Pacino persiguiendo a su hermano malo De Niro porque es su trabajo y su trabajo es su vida, o víctima de un insomnio sarcástico (el policía que interpreta se apellida Dormer) e inevitablemente metafórico (Nolan hizo antes Memento y después The Prestige, y, sea dicho de paso, estudió el film de Michael Mann, como puede constatarse en el robo al banco por Joker) que ejerce de karma y termina costándole la vida --mientras practicaba un trabajo para el cual nunca se halló tan cualificado, más allá de los contratiempos morales, como el obseso pero disciplinado (enajenado de sus obligaciones familiares que no de sus sentimientos humanos, aunque a veces parezca un autómata con placa) agente O'Hara de Heat.

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