Pocos villanos como Attenborough en este thriller de 1971 dirigido por Richard Fleischer (quien había realizado The Boston Strangler en 1968). John Christie, uno de los monstruos del panteón criminal inglés, era uno de los tipos más aparentemente tranquilos e inofensivos que cualquiera pudiese haber conocido, un señor de edad avanzada, pequeño, miope, que vivía con su esposa, una viejecita casi tan amenazante como él mismo, en un barrio proletario en las afueras de Londres. Debo confesar que cuando vi 10 Rillington Place lo hice por apreciar de nuevo el trabajo de John Hurt, tampoco reemplazable por nadie en su papel de víctima. Era la primera vez que conocía al actor Attenborough, y no pudo ser más contundente. Después ya tuve otras oportunidades de confirmar su valía (The Great Escape, The Third Secret, The Sand Pebbles); no obstante, su retrato casi documental, casi clínico de Christie es excepcional en grado sumo. Es definitivamente uno de los psicópatas asesinos más memorables y olvidados del cine.
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