martes, 6 de agosto de 2013

Mario Adorf en La mala ordina (1972)

“Luca Canali": notable tour de force

El estupendo filme criminal del maestro del género Fernando Di Leo se mantiene justamente como uno de los más clásicos e influyentes neo-noirs, con un impacto indiscutible en la obra de cineastas de la posmodernidad tan universales como Quentin Tarantino: no hay más que iniciar el metraje para conocer inmediatamente a los dos matones (Woody Strode y Henry Silva) ad portas de un viaje a Italia que el espectador verá reflejado en su propia experiencia adentro de una narrativa irresistible. Como el insólito protagonista de esta visceral jornada ejecutada con brío sostenido y vibrantes brochazos de acción y suspenso, un Mario Adorf (el Luca Canali, insignificante y bravucón proxeneta milanés, que es a la vez objetivo de los gangsters y víctima de una confabulación de ribetes finalmente casi cósmicos) de pronto vulnerable y progresivamente transparente a las más personales emociones de la audiencia, para la cual se convierte en el centro humano de un vórtice sorpresivamente kafkiano, realiza (probablemente) la mayor labor dramática --trágica-- de su carrera histriónica, y sin por ello traicionar un ápice su vulgar, cómica, matizada, terrestre persona estelar: un estilo usualmente más bien antagónico, que, así aprovechado por un Di Leo próximo a Leone, paga y con creces, como el de su compañero Gastone Moschin en la igualmente brillante (aunque acaso menos admirablemente sencilla, fluida e indignante) Milano calibro 9, estrenada a inicios del mismo año. No se lo pierdan.

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