En una de las proezas actorales más
especialmente encomiadas de los últimos años, Christian Bale es Reznik, un
insomne lector de Dostoevsky a quien empiezan a sucederle situaciones
peligrosas e incomprensibles en la fábrica donde trabaja. Para interpretar al
paranoide protagonista consumido por 365 noches en vela y una culpa
sostenidamente oscura e inmarcesible, el musculado (y sobresaliente) intérprete
de American Psycho y Batman Begins luce el físico de un prisionero de
Auschwitz o de una víctima terminal del VIH --De Niro who? Curiosamente, Jennifer Jason Leigh (a quien su rol en este
filme le debe de salir tan natural después de su antológica Tralala en Last
Exit to Brooklyn) lo considera su cliente predilecto, y hasta la española
Aitana Sánchez-Gijón lo favorece --y su pequeño hijo parece estar conforme. El
inquietante Michael Ironside también aparece en un personaje clave. Pero lo
cierto es que esta psicologista producción anglo-hispana le pertenece a Bale (cuyo
conmovedor tour de force alcanza un clímax de lucidez y emoción profundamente
humanos), y en el apartado técnico a la sombría fotografía de cuidados colores apagados
de Xavi Giménez.
miércoles, 27 de marzo de 2013
lunes, 18 de marzo de 2013
Branka Katić en Crna mačka, beli mačor (1998)
Branka, más modosita, en la teleserie Big Love
Gato negro, gato blanco es una de las obras cumbre de Emir
Kusturica, y probablemente también una de las mejores comedias de su década. Esta
épica surrealista, desenfrenada y esperpéntica ambientada en el mundo delictivo
de la gitanería serbo-croata --al igual que aquella inolvidable, traumática inmersión
en el realismo mágico de los Balcanes llamada Tiempo de gitanos (1988)-- cuenta con la
genialmente desbordante actuación de Srdjan Todorovic como el desmadrado gánster Dadan, una
banda sonora plena de la música más festiva y exquisitamente exótica explayada
en imágenes de pura imaginería felliniesca e incontinencia tremendista como
poquísimas veces han turbado los sentidos desde una pantalla, y, muy
especialmente, la maravillosa belleza indeleble de Branka Katić como la silvestre, milagrosa, luminosa Ida --entre otros atractivos de un título que no puede pasar
desapercibido para nadie tocado por la ensoñación del celuloide.
"Ida" y el afortunado Florijan Ajdini en una escena del film
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lunes, 4 de marzo de 2013
Noah Calhoun que estás en los cielos
Sans los cisnes: Rachel McAdams (Allie) y Ryan Gosling en The Notebook
Aún recuerdo aquella biografía en E! donde A.
J. Benza, Vincent Gallo y otros celebraban la singularidad de Mickey Rourke:
¿Qué habría sido de uno de los mitos actorales del cine americano de los
ochentas si, en plan fatal a lo Jimmy Dean, la vida hubiese terminado al cabo
de rodar The Pope of Greenwich Village (1984)? Rourke es más que un actor, como
Travolta, y Gallo afirmaba que ya le gustaría a Sean Penn ser Mickey Rourke.
¿Qué tal, me pregunto ahora, si Penn hubiera muerto unas semanas antes del
estreno de At Close Range (1986)? ¿Si River Phoenix hubiese caído a la salida del Viper
Room de Johnny Depp a sólo horas de la premiere de Running on Empty (1988)? ¿O Depp
acribillado por la policía después de destrozar su cuarto de hotel ya
finalizada la fotografía principal de Don Juan DeMarco (1995), o, antes, de un
prematuro ataque al corazón por lo que él consideraba la vergonzante calidad de
21 Jump Street? ¿DiCaprio demolido por una de sus habituales juergas
adolescentes en plena Leomanía a causa del Titanic? ¿Si la conspicua quijada
que hizo de Rob Pattinson una estrella internacional se hubiese dejado caer en
la misma premiere de Twilight (2008), víctima de alguno de sus indignados críticos,
insospechadamente psicótico? Alguien habría podido observar en voz alta que, a
diferencia de la insólita belleza de rasgos extraños como de otro mundo de
Edward Cullen, River era tanto más que una soberbia mata de cabello que es aun
insultante recordarlo --un pelo el de River que era parte integral de su
trabajo (y lo fue en el film de Sidney Lumet), no obstante--, e incluso Noah
Calhoun resulta injustamente el verdadero héroe romántico olvidado por las
veleidosas quinceañeras con sólo un lustro más de vida encima. Y entonces sí,
se nos ilumina el pensamiento: el género de las chick flicks es salvaje de
corazón (por algo la frase es de Tennessee Williams), sino miren, pues, a Ryan
Gosling en probablemente el único gran clásico de su filmografía. The Notebook (2004) fue y es todavía y acaso siga siendo indefinidamente un gesto de auténtica rebeldía
en los tiempos de una posmodernidad muy frecuentemente cínica y descreída, amén.
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