jueves, 24 de abril de 2014

Johnny Depp en Once Upon a Time in Mexico (2003)


La semilla de una trilogía --o la conclusión de ésta, sugerida por Quentin Tarantino-- sobre el mito de un mariachi y el estuche de su guitarra repleto de armas, se encontraba en el puñado de escenas que Robert Rodriguez había ideado durante los años posteriores a Desperado (1995) alrededor de un corrupto ex agente de la CIA llamado Sands, a quien le vaciaban las órbitas oculares en su maquiavélico retiro mexicano. Escrito con George Clooney en mente, el personaje que podemos contemplar en la pantalla es puro Johnny Depp, quien en su herencia brandiana (incluida una imitación vocal de su legendario mentor y una estimable galería de disfraces a la Missouri Breaks) refleja al agente británico de Queimada, menos ángel que demonio pero siempre redimido por el sutil milagro --aquel monstruoso sueño de pasión hamletiano-- de un actor. ***/*****

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