Dirigida por el experto Rob Reiner, esta
oportunamente intrigante, hilarante e ingeniosa comedia romántica acerca de los
supuestos modelos reales de The Graduate sirve, entre otras cosas
útiles, para reencontrarnos con una lindísima y especialmente inspirada
Jennifer Aniston, en uno de sus roles más satisfactorios; la circunstancia de
que el tipo de atractiva chica next-door (americana, por supuesto) en medio de
cierta confusión personal sea algo con lo que se la identifica demasiado, no
impide aquí la certeza de un registro interpretativo que se mueve muchas veces con
destreza poco menos que encantatoria a través de los gestos más naturales (no
obstante su relativa artificialeza) y mínimos de escena a escena, de plano a
plano. El excelente guión, aun más que la realización --que inteligentemente recurre
a la cámara en mano, o a una variación sentimental del zoom, haciendo eco de
las técnicas ostentadas por Mike Nichols en el clásico film de 1967--, guía a
los personajes (encarnados por Shirley MacLaine o Kevin Costner) en una jornada suficientemente melodramática y seria a la vez
para que una estrella como Aniston brille igualmente como madura actriz de la inusitada
emoción profunda y de la superficie verbal fabricada con
esmero y verdadero sentido del humor. Charles Webb tiene que estar
orgulloso.
sábado, 28 de julio de 2012
jueves, 12 de julio de 2012
Johnny Depp en Dark Shadows (2012)
Basada
en un producto televisivo de culto y filmada en el estilo gótico característico
de Tim Burton, deudor de la escuela de lo grotesco y lo arabesco propugnada por
Roger Corman y Mario Bava --“style over substance”, han constatado algunos
espectadores anglosajones desde las noches escarchadas de Edward
Scissorhands--, esta comedia de horror ofrece, en particular, una de las
apariciones en el género más logradas de Depp, quien tiene que medirse con
expectativas que comprueban su inefable camaleonismo. El vampiro patriarcal Barnabas Collins, un
personaje que se ajusta como guante de slasher a la excentricidad aplicada y
magistral de Depp, es, de hecho, la sombra
tenebrosa más espontánea, menos estudiada, que se cierne sobre una tragedia de amour fou casi paródica y casi siempre al borde del abismo. El montaje de ciertas
secuencias (en especial la que da pie a los créditos iniciales) hace de la
narración algo hipnóticamente conmovedor, junto con la puesta en escena y el
soundtrack, aunque finalmente la historia, cuyos elementos demasiado tópicos pueden tener
doble filo, amenaza con diluirse en la memoria como en la oscuridad. Sin
embargo, la fuerza de imágenes como la de un palidísimo Depp de orejas
puntiagudas y ojeras más agudas todavía, emergiendo de su propio sueño diurno
cual Max Schreck, hilarante y rígido, vale el ticket de
admisión como mínimo.
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