viernes, 26 de marzo de 2010

Kristy McNichol


En cierto foro de IMDb, un instructor de actuación decía que había 2 películas que siempre enseñaba en su clase como modelos del arte dramático. Una era The Godfather, por Al Pacino, y la otra, Little Darlings (1980), por la asombrosa Kristy McNichol.


En cierto cuaderno, encuentro, bajo el título A Kristy, estos apuntes que hice años antes de leer aquel comentario:

Kristy McNicol [sic] es una de las grandes actrices del cine norteamericano, pero ahora que no actúa más ya nadie la recuerda, si no como una de las estrellas de un popular show televisivo que la hizo crecer a la vista de todo el público. Un inmenso público miope, o estrábico o daltónico, como es usual. Kristy entró en mi vida como un ángel con chaqueta de cuero y desde entonces soy menos infeliz. Aunque nadie lo crea ni lo diga, ella está allí donde están Brando, Redgrave, Hoffman, Julie Harris. Nadie le dio una verdadera gran oportunidad, pero ella pudo demostrarlo, y lo hizo porque sólo los más grandes pueden.


 

Sin la genial interpretación de Kristy McNichol en el personaje de Angel Bright, esta pequeña película no sería demasiado memorable. Con ella, es una de esas sorpresas que uno desearía todos los días: el descubrimiento de una excelencia tal, que no importa si la medianía del resto es un hecho incontestable.  

sábado, 13 de marzo de 2010

Pam Grier


Quizá demasiado frecuentemente una hábil actriz perdida en un mar de malas películas, tuve la buena suerte de ver a la protagonista de Jackie Brown (1997) por vez primera en Fort Apache the Bronx (1981), aquella cinta policial de Paul Newman en la que el papel de Pam Grier era acaso lo más perturbador: una irredimible criatura de la noche, una pobre mujer por cuyas venas corría sólo droga, un demonio letal que lograba enturbiar y ensuciar la reflexión del espectador más intensamente que la miseria atroz de los guetos.

Inicialmente célebre por su sex-appeal, las blaxploitation que estelarizó incluyen el cine de vampiros --Scream Blacula Scream (1973), una peculiaridad en la que su presencia es poco más que un descarado reclamo-- y el cine de agentes secretos alla 007 --Foxy Brown (1974): lamentable, superficial y grosera incluso para los estándares del entonces nuevo Hollywood afroamericano--. Coffy (1973), a pesar de compartir todas las limitaciones artísticas y hacer las mismas concesiones populares, es otra cosa. Historia de venganza histórica por los generosos destapes de la señorita Grier, es además sorprendente en su austeridad y amargura más o menos soterradas. La dirección del experto Jack Hill equilibra la violencia gráfica, el erotismo flagrante, con cierta elegancia.

viernes, 5 de marzo de 2010

Clift



El mundo sigue confundido. Si hay un Rebelde, ése no es Jimmy Dean, que es otra cosa y mucho más compleja; ni Brando, que en la fundacional Un tranvía llamado Deseo (A Streetcar Named Desire, 1951) representa más bien a la sociedad contra la cual atenta la sola y desvalida presencia de Vivien Leigh. En cambio, Monty Clift, el olvidado recluta boxeador y trompeta de la cinta De aquí a la eternidad (From Here to Eternity, 1953), es la definición personificada de la rebeldía, aunque pertenezca a un grupo --el ejército-- que halla en él a uno de sus miembros más devotos. (De ahí, quizá, la absoluta soledad que Dean encuentra.)