La nieta de mi cineasta favorito
protagoniza y escribe (¡!) esta imaginativa película sobre un joven novelista
(Paul Dano) que, enfrentando su prolongada sequía creativa, sueña y escribe a
su chica perfecta, la protagonista de su tan retrasada nueva novela, sin
imaginar que el conjurarla en la ficción la materializaría en la realidad. Así,
como si de la nada --¿recuerdan a los conejitos de Cortázar? así--, Ruby
aparecerá como un ángel muy humano, lejos de lo que podría haber resultado un
personaje tipo Zooey Deschanel a la enésima potencia, para confrontar al
enamorado inexperto con sus demonios, los literarios y el resto. A la metalingüística historia
original de Kazan (sorprendente debutante en la dramaturgia fílmica, cuya repetición ya esperamos), con una madura exploración de las relaciones de pareja
comparable a lo realizado por Spike Jonze el año pasado, se adecúa el
temperamento de quienes supieron dirigir Little Miss Sunshine (2006), al igual que
las actuaciones de Annette Bening, Dano, el perrito Scotty y,
por supuesto, su poetisa y propia musa: cuasi adorable, imperfecta, celeste,
flamígera, desastrosa, pecosa, pequeña, incontrolable como un deseo encarnado
en cine. 4/5
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