lunes, 28 de enero de 2013

Kevin Spacey en K-PAX (2001)


Kevin Spacey, la sonrisa de Mona Lisa presta y la leyenda de Keyser Söze todavía reciente, llena de redundante ambigüedad y misterio un papel escrito a su medida --aunque originario de un libro al parecer ofrecido previamente a otro actor…, uno que seguramente no imita a Chris Walken. Jeff Bridges es el otro peso pesado de la función, un psiquiatra que terminará por descubrir la identidad de este visitante escapado del set de The Day the Earth Stood Still --la de Michael Rennie, no la de Keanu, por favor. Lo cierto es que (sin revelar nada importante al lector que no hubiere visto aún la cinta) K-PAX puede decepcionar a quien desee respuestas claras y tajantes del tercer tipo. No por nada, finalmente, la desmesurada calidad dramática del héroe de American Beauty inyecta de vigor a una lección que, en otras circunstancias, habría caído en la obviedad de un magro juego de azulejos.

miércoles, 16 de enero de 2013

La Doña en la playa


El segundo título en la filmografía de María Félix no es precisamente prehistórico (su debut en El peñón de las ánimas había resultado previsiblemente estelar), no obstante la diferenciación ejercida en el propio cuerpo de la núbil actriz como reflejo de una mexicanidad maniquea. Casi número folklórico con melodrama de relleno, María Eugenia (1943) sorprenderá siempre al presentar a una María ingenua, femenina hasta la pasividad, cuya abundante carnalidad deslumbra como sumiso objeto de deseo --naturalmente, aun al escribir esto tanto como al leerlo, se hace difícil cualquier asociación de esta excepcional imagen de erotismo relativamente convencional con el absoluto desafío implícito y explícito en los roles más icónicos de la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos hecha celuloide fundamental y feminismo lírico. 

Sin embargo, y con todo, el folletín se impone al ostentar las cualidades que logran atrapar al espectador sin pudor, y aun sus líneas más tópicas salen beneficiadas del oficio de una actriz sorprendente, cuya belleza trasciende el ámbito mundano que también intenta por todos los medios someter a su virtuoso personaje sin éxito. Al fin y al cabo, en el fondo (aunque no tanto), pues, se trata de una mujer de apariencia diabólicamente tentadora y carácter idóneo, una contradicción coherente muy de la gran estrella que el cine mundial tiene ante sus ojos en un tránsito hacia el parcial negativo fotográfico de tal efímera condición --una futura predisposición que no excluirá para siempre los matices, los claroscuros o inclusive las variaciones opuestas, las reinterpretaciones más depuradas de un rol que en la película presente supone al menos una experiencia estética básicamente provocativa.

jueves, 10 de enero de 2013

Al Pacino: Insomnia (2002)


Un film de Christopher Nolan protagonizado por el otrora shakespeareano Michael Corleone, un Pacino arrugado, encanecido y (más) encogido (si cabe), y para siempre Richard III, para siempre esencial y compungido por la expiación tortuosa de los crímenes que la caprichosa fortuna le acredita, ya sean los estrictamente familiares de un policía de raza (Heat) como los trágicos malabares infrecuentes de ilusionismo que a veces, antes de nuestro desenlace, puede jugarnos la mente. Puede juzgarnos la conciencia. Pacino con esos ojos lánguidos de Tenorio siciliano (adepto a Gardel) más abiertos que nunca. Y la humanidad imperfecta, débil, vulnerable a la cegadora lucidez del cosmos, blanca luz solar de la Alaska nocturna para un Al inquisitivo.

El otrora hermano sexy de Dustin Hoffman --corrían las tardes de perro y la asociación popular con De Niro todavía no opacaba aquélla (por la talla, por la nariz) con la estrella de Midnight Cowboy-- ha sido un histrión capaz de conmover a las piedras en films como el aludido y Serpico, ambos rostros de una moneda como la jugada por el trágico Aaron Eckhart/Harvey Dent de The Dark Knight. El Pacino delincuente, advenedizo y desesperado cual el novio de Chris Sarandon, o des-al-mado y nunca desarmado como Tony Montana; Al Pacino persiguiendo a su hermano malo De Niro porque es su trabajo y su trabajo es su vida, o víctima de un insomnio sarcástico (el policía que interpreta se apellida Dormer) e inevitablemente metafórico (Nolan hizo antes Memento y después The Prestige, y, sea dicho de paso, estudió el film de Michael Mann, como puede constatarse en el robo al banco por Joker) que ejerce de karma y termina costándole la vida --mientras practicaba un trabajo para el cual nunca se halló tan cualificado, más allá de los contratiempos morales, como el obseso pero disciplinado (enajenado de sus obligaciones familiares que no de sus sentimientos humanos, aunque a veces parezca un autómata con placa) agente O'Hara de Heat.